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Volvamos a ser patrióticos | Opinión de Leonardo Lozano

  • Foto del escritor: La Redacción
    La Redacción
  • 5 may
  • 3 Min. de lectura
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La soberanía en México ha desempeñado y sigue desempeñando un papel fundamental en la historia y en la vida actual de nuestro país. Hoy más que nunca, es necesario reflexionar sobre ella, especialmente cuando observamos cómo las potencias extranjeras siguen influyendo en temas estratégicos como la política, el armamento o los acuerdos económicos.


A veces, nos falta cuestionar si las decisiones que toman nuestros actuales representantes en el poder legislativo o en el ejecutivo realmente se alinean con el interés nacional y la dignidad de nuestra gente México, a lo largo de su historia, ha estado en la mira de las grandes potencias.


Y es comprensible, somos una nación rica en recursos naturales, en cultura, en talento y en manos trabajadoras. Somos un país que se levanta cada día gracias al esfuerzo de millones de mujeres y hombres que hacen que esta nación funcione. México es una promesa de crecimiento, pero también una nación que debe cuidar su independencia y defender con firmeza su soberanía.


En este contexto, cobra especial relevancia conmemorar la Batalla del 5 de mayo, ocurrida en 1862 en la ciudad de Puebla. Aquel día, un ejército mexicano, mal armado y con escasa preparación, logró vencer a uno de los ejércitos más poderosos del mundo, el ejército francés, con la intención de establecer un imperio aliado a Francia, liderado posteriormente por Maximiliano de Habsburgo.


México vivía entonces momentos críticos bajo el gobierno del presidente Benito Juárez. La crisis económica y política era profunda, y el país enfrentaba la amenaza directa de una intervención extranjera. Aun así, bajo el liderazgo del general Ignacio Zaragoza, un grupo de valientes soldados, campesinos e indígenas enfrentaron con coraje al invasor. No fue el armamento, ni la tecnología militar, lo que nos dio la victoria, fue el espíritu, la unidad y el amor a la patria.


Esa victoria fue más que un triunfo bélico. Fue un símbolo. Un mensaje claro de que incluso en la adversidad, México puede salir adelante si su gente se une. Y aunque existan diferencias, fue la fuerza del pueblo la que defendió la patria, sin importar clases sociales ni colores políticos.


Hoy, ese mensaje sigue vigente. Nos toca preguntarnos: ¿cuánta de esa unidad queda entre nosotros? ¿Vivimos en un país polarizado por partidos o por clases sociales? ¿Y qué hemos ganado con eso? La historia nos enseña que cuando nos unimos por un bien común, somos invencibles. Lo fuimos en Puebla, lo hemos sido en otros momentos de nuestra historia, y podemos volver a serlo.


Este 5 de mayo no debe ser solo un día de descanso o de discursos vacíos. Debe ser un recordatorio de lo que somos capaces de lograr cuando actuamos con dignidad, con coraje y con identidad nacional. La soberanía no es un concepto abstracto; es la capacidad de un país de decidir su destino, sin imposiciones extranjeras, pero también sin traiciones internas.


Claro que habrá momentos en los que será necesaria la cooperación internacional, sobre todo ante desafíos como el crimen organizado. Pero esa colaboración debe tener un límite claro, jamás comprometer nuestra libertad, ni entregar nuestras decisiones a intereses ajenos.


México es un país libre, independiente y con historia. Tenemos bandera, tenemos identidad y tenemos un deber; cuidarlos, respetarlos y ser parte de la construcción diaria de un mejor país y un mejor futuro. Volvamos a ser patrióticos. No por nostalgia, sino por responsabilidad y amor a nuestra tierra.

 

Con respeto y cariño a las mujeres y hombres que han dado su vida por esta patria, y cuya memoria vive en el rojo de nuestra bandera…

¡Viva México!

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