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Soy militante de un partido político y al parecer no tengo derecho a levantar la voz | Opinión de Valentina Terrazas

  • Foto del escritor: La Redacción
    La Redacción
  • 25 nov
  • 2 Min. de lectura
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O al menos eso cree un gobierno que dedica más esfuerzos a investigar a jóvenes que exigen justica que a detener a los criminales. Un gobierno que exhibe ciudadanos, pero protege delincuentes. Un gobierno que teme más a las voces organizadas que a la violencia desbordada.


El pasado sábado 15 de noviembre miles de jóvenes de la denominada Generación Z, salieron a las calles de todo el país para exigir justicia, paz y un alto a la violencia que sofoca a México. Jóvenes cansados de crecer entre balas y fosas. Jóvenes a los que les arrebataron la certeza más básica: la de llegar vivos a casa. Pero no marcharon solos, se unieron adultos, niños, personas mayores y familias completas. Fue un solo México diciendo “¡basta!”.

 

Este movimiento estalló tras el brutal asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, en pleno evento del día de muertos. Caso que no solo sacudió a México, sino a todo el mundo; porque este hecho no es un hecho aislado, es el reflejo de un país fragmentado por el Gobierno y secuestrado por el Crimen Organizado.

 

Miles y miles de mexicanos salieron con la esperanza de ser escuchados. ¿Qué recibieron? Amenazas, intimidación, acoso, represión y violencia por parte del oficialismo.

La Presidenta Claudia Sheinbaum no solo minimizó la marcha desde su conferencia, también se burló de sus asistentes, acusó sin pruebas a jóvenes y partidos políticos de promover la violencia y, peor aún, expuso datos personales de algunos de los participantes. Convertir a ciudadanos en blancos de odio es un acto gravísimo… y profundamente peligroso.

Posteriormente, fue el propio Partido Morena: Luisa María Alcalde, Andrea Chávez, Arturo Ávila, Camila Martínez, entre otras figuras, quienes expusieron a estos jóvenes en sus redes sociales, acusándolos de ser beneficiados económicamente por convocar a esta marcha. Difundieron sus nombres, rostros, negocios e incluso direcciones, como un intento claro de intimidación para apagar el movimiento antes de que crezca más.

 

Lo más indignante es que el Gobierno Federal parece dedicar más energía, recursos e incluso inteligencia institucional a investigar y exponer a jóvenes que protestan, que a perseguir a los criminales que realmente están desangrando al país.

 

Morena argumenta que estos jóvenes son militantes o simpatizantes de la oposición, y que eso lo convierte en un complot para afectar a la Presidenta. Y yo me pregunto, ¿desde cuándo militar en un partido político te vuelve su marioneta?, ¿desde cuándo militar en un partido político te quita el derecho de alzar la voz, de opinar, de exigir?

 

Morena quiere minimizar la situación actual de México, quiere callar las voces, no solo de una generación, si no de todo un país. Jóvenes, viejos, hombres, mujeres, militantes, simpatizantes, servidores públicos, activistas, sociedad civil, iniciativa privada, todos somos un mismo México, y ese México ya despertó.

 

Hoy el país está cansado de vivir con miedo, pero aún más cansado de ser silenciado. Esta marcha no fue el fin: fue el comienzo de una generación y de un país que perdió el miedo a levantar la voz.


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