Soñar, servir e impactar: el reto de ser joven hoy | Opinión de Leonardo Lozano
- La Redacción
- 9 jun
- 2 Min. de lectura

Desde que somos jóvenes, nace en nosotros ese deseo genuino de ser alguien, de dejar huella, de cambiar nuestro país, nuestro estado, nuestra comunidad. No sólo nos enseñan a aspirar a eso, nosotros también lo queremos. Crecemos con la idea de que seremos parte de algo más grande, de que nuestro nombre puede ir ligado a una causa, a un propósito, a un sueño cumplido.
Hoy muchos de nosotros vivimos con la inquietud constante de formar quién queremos ser. Elegimos carreras, proyectos, pasiones, ideas políticas o ideales personales, aunque no estemos del todo seguros y haya incertidumbres. Nos exigimos tanto que llegamos a cuestionarnos si estamos donde deberíamos estar, buscando lo mejor para nuestra gente y para nosotros mismos.
Pero esa pregunta no debe paralizarnos; al contrario, debe impulsarnos. Porque cuando hay dudas, también hay reflexión, y ahí empieza el crecimiento. No se trata de tenerlo todo resuelto, sino de caminar con propósito. De atrevernos a soñar en grande, a ponernos metas, a vivir con una causa. De convertir la incertidumbre en motivación.
Estudiar una carrera no es sólo cumplir con un ciclo académico; es una apuesta por lo que creemos que el mundo necesita. Y cuando decidimos trabajar desde el servicio público, ese compromiso adquiere aún más fuerza. Servir a la ciudadanía no es ocupar un cargo, es asumir una responsabilidad. Se trata de estar cerca de la gente, de escuchar, de proponer y de actuar con honestidad. No se trata de figurar, sino de transformar realidades desde lo cotidiano. Hoy más que nunca, necesitamos jóvenes en los espacios públicos, comprometidos con causas reales, que trabajen con vocación, ética y sentido humano. Porque desde ahí también se cambia el rumbo de una comunidad, de un estado, de una generación.
Es cierto que muchas veces vemos a personas que nos representan y no actúan conforme a los valores que promueven. Pero aunque haya quienes fallen, nosotros no podemos fallarle a lo que creemos. Hay que sacar la casta por nuestro pueblo, por nuestras convicciones y por los sueños que nos motivan a seguir. Debemos ser parte de esa generación que dignifique el servicio, la política, la educación y el compromiso social.
Tener ideales no es sinónimo de rigidez, sino de compromiso. Es decidir con conciencia, actuar con valores, defender con firmeza lo que creemos correcto. Es entender que no todo será fácil, pero que vale la pena intentar cambiar las cosas desde donde estamos. Porque sí, se puede ser joven y, al mismo tiempo, tener impacto.
Y por eso, hoy más que nunca, quiero invitarte a ti, que estás leyendo esto, a que no tengas miedo de soñar, de exigirte, de imaginar una versión grande de ti mismo. Ponte metas, por pequeñas que parezcan. Busca causas que te muevan. Hazlo por ti, pero también por los demás. Porque todos tenemos algo que aportar, y lo que hacemos hoy puede inspirar a otros mañana. Si lo hacemos con intención, con ética, con ganas de dejar algo bueno en el camino, entonces vamos bien.
No vinimos sólo a ser parte de la historia. Vinimos a escribirla.
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