top of page
600 x 200.jpg
500x200.png

La falsa izquierda de Morena | Opinión de Froylán Castillo

  • Foto del escritor: La Redacción
    La Redacción
  • 3 abr
  • 4 Min. de lectura
ree

La historia política reciente de México ha estado marcada por una orfandad ideológica y una izquierda que, más que revolucionaria, ha resultado ser rencorosa, revanchista e incapaz. Una izquierda que, lejos de resolver los problemas del país, los ha profundizado con excusas y una visión distorsionada de justicia social, sobre todo que no ha sabido estar a la altura de las necesidades de México.


No se puede ignorar la historia, y como las malas prácticas de los gobiernos anteriores llevaron a la inmensa mayoría de mexicanos al hartazgo, mismo que se manifestó en la exigencia de un cambio, cualquiera que este fuera, siempre que desplazara a los políticos de siempre, este hartazgo ciudadano frente a décadas de corrupción y abusos creó el terreno perfecto para que Andrés Manuel López Obrador llegara al poder. Su discurso prometía castigo a los corruptos, justicia para las víctimas y un nuevo rumbo. Pero detrás de esa narrativa venía un reciclaje de prácticas, rostros y vicios de siempre, solo que ahora vestidos de “transformación”.


En México, la izquierda ha sido una promesa incumplida. Donde ha llegado al poder, ha abierto paso a agendas que destruyen el núcleo familiar, económico y social. En lugar de inclusión y progreso, fomenta el resentimiento como vía para imponer un totalitarismo disfrazado de justicia social.


Chihuahua no es la excepción. La versión local de Morena es un desfile de oportunismo político. Una colección de perfiles sin convicción, movidos por la ambición más que por las causas. Personajes que ayer eran enemigos del proyecto obradorista, hoy se visten de guinda con tal de no quedar fuera del poder.


Ahí está Javier Corral, exgobernador panista, quien combatió con vehemencia el autoritarismo de AMLO, y que hoy aplaude su política pública con entusiasmo, a costa de su libertad sacrifico su ideal, o el señor Miguel Riggs, panista y luego “emecista”, ahora morenista, criticando al partido que antes defendió, cuando ha tenido más partidos políticos, que victorias electorales, o un Miguel La Torre, otro exdiputado panista, hoy operador morenista en Chihuahua, que por cierto, su poca capacidad quedo exhibida en la última elección o el eterno candidato Marco Quezada, ex alcalde priista y ahora reciclado por Morena sin una sola victoria que presumir y difícilmente ni un volado pueda volver a ganar.


La diputada Brenda Ríos, con antecedentes priistas y del verde ecologista, pasó de ser crítica férrea de Morena a ser parte de su bancada, donde mágicamente el abanderar al partido oficialista la han exonerado de toda investigación por su enriquecimiento a costa de negociar contratos en materia hídrica. Y Andrea Chávez, quien prometió ser la cara de un relevo generacional comprometido con los pobres, hoy representa el contraste más doloroso: privilegios, lujos y escándalos de corrupción que desmienten su discurso y deja ver que la austeridad es solo para el pueblo, que tiene arraigadas las peores prácticas de los viejos políticos, y que claramente morena no tiene propuesta ni relevo juvenil.


Morena en Chihuahua ha abandonado cualquier ideal para convertirse en una franquicia abierta a quienes tengan hambre de poder, no convicciones, una pasarela de oportunismo. Su lema de “no mentir, no robar, no traicionar” suena hueco ante una militancia plagada de contradicciones.


Lo que vemos hoy es una simulación y de cómo la izquierda simplemente no existe, y si es que existe, claramente no sirve, Morena ha abierto sus puertas a personajes reciclados del PRI y del PAN, aquellos que por años criticaron y combatieron lo que hoy dicen defender.

Con discursos prefabricados, se presentan como “la esperanza” cuando su historial político los desmiente. Cambiaron de color, pero no de prácticas.


En vez de construir cuadros con arraigo social, con trayectoria honesta y congruente, el partido ha apostado por quienes ni a billetazos han podido hacer ganar, sacrificando la coherencia, lejos de representar un cambio, se han convertido en un Frankenstein político que confunde, decepciona y aleja a la ciudadanía. El resultado es un movimiento que ya no mueve, una esperanza que ya no inspira.


La pregunta es inevitable: ¿cuántos de estos perfiles resistirían una revisión ética y política seria? ¿Cuántos pueden hablar de justicia sin caer en la hipocresía? Chihuahua merece más que máscaras mal puestas.


Hoy, la capital del estado ya vive un cambio real: ciudadano, comprometido, transparente.

La tarea es clara: desenmascarar a los falsos profetas de Morena y dejarle claro al pueblo que el futuro no puede construirse sobre los restos de una izquierda que solo existe en el discurso.


El verdadero reto es llevar al poder a mujeres y hombres que nazcan del pueblo, trabajen con él y para él. Que construyan una patria generosa, justa y con verdadero sentido social. Porque el cambio real ya empezó, y no lo representa quien solo busca cambiarse de camiseta.


Porque la verdadera transformación en Chihuahua capital ya se está dando y se les ha dejado claro que no esperamos una supuesta transformación de quienes solo saben transformarse a sí mismos para seguir en el poder.

Comments


bottom of page