Baja participación en elección judicial: ¿fracaso o éxito para Morena? | Opinión de Valentina Terrazas
- La Redacción

- 4 jun
- 2 Min. de lectura

Pues finalmente llegó el día de la “histórica” elección judicial. Y aunque a muchos nos incomode ese calificativo, hay que admitir que no es del todo falso. No porque el pueblo haya “elegido” al Poder Judicial —como presumen desde el oficialismo—, sino porque ha sido la elección con menos participación ciudadana, rompiendo record con un 87% de abstención.
Otra razón por la que esta elección debe ser considerada histórica es aún más inquietante: ningún candidato electo para la Suprema Corte de Justicia obtuvo más votos que los nulos (10.8%). Además, cada uno de ellos están, de una forma u otra, vinculados a Morena y al Gobierno Federal; ya sea por ser ex funcionarios de la administración pasada, por ser propuestos por el ex presidente, por ser familiares de liderazgos de Morena o simplemente por aparecer en los famosos “acordeones” repartidos por el partido en el poder.
El modelo democrático que conocimos hasta ahora ha desaparecido, y la elección del 1 de junio solo fue la cereza del pastel. Desde septiembre de 2024, Morena utilizó su mayoría en el Senado para sepultar la división de poderes, mediante reformas impulsadas sin consenso y con tácticas de presión y obstrucción. Fue un capricho más de López Obrador, consumado sin contrapesos.
Ahora bien, ¿fue esta elección un fracaso para Morena? No necesariamente. A pesar de la baja participación y del desinterés generalizado, el resultado no puede calificarse como un revés para el oficialismo. Aunque muchos esperaban que Morena echara a andar toda su maquinaria electoral, parece que no lo consideraron necesario. ¿Por qué gastar recursos cuando el resultado ya estaba asegurado?
Morena había logrado lo que quería desde mucho antes de que abrieran las urnas: el control del Poder Judicial. Esta elección no fue más que una formalidad para “legitimar” lo que ya se había cocinado en el Congreso. Solo necesitaban que salieran a votar los suyos y que siguieran al pie de la letra el instructivo.
Lo que también es cierto es que a la oposición decidió no salir a votar, bajo argumentos como: “no queremos ser parte de esta gran farsa” o “no le haremos el caldo gordo a Morena”. El problema fue que su ausencia terminó facilitando el camino a Morena. Con un campo despejado, el oficialismo colocó sin resistencia a sus candidatos.
Y bueno, ahora solo nos queda esperar: esperar los resultados definitivos —que podrían tardar semanas— y esperar que el deterioro de la justicia en México no sea tan profundo como muchos tememos. Aunque, siendo realistas, eso parece demasiado optimista







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