¿Renacimiento o Rebranding? | Opinión de Gael Haziel
- La Redacción

- 23 oct
- 2 Min. de lectura

El relanzamiento del Partido Acción Nacional dejó más preguntas que respuestas. Lo verdaderamente revelador no fue lo que se dijo, sino lo que se omitió.
A nadie le quedó claro cuál es la alternativa que el PAN quiere ofrecerle a México. ¿Qué visión de país proponen frente al proyecto de la 4T? ¿Cómo piensan combatir la desigualdad más allá de los discursos sobre mérito y esfuerzo individual? ¿Qué tipo de ciudadanía quieren formar: una que vote por convicción o una que siga votando por miedo? Ninguna de esas preguntas obtuvo respuesta.
En su lugar, los panistas presentaron una narrativa casi caricaturesca: México sumido en la oscuridad, gobernado por dos fuerzas del mal —López Obrador y Claudia Sheinbaum—, y ellos, los paladines de la luz, alzándose desde el Parque Hundido para enfrentar al caos. Su dirigente nacional coronó el acto con un discurso más cercano al teleevangelismo que a la política moderna, invocando un lema que remite a la ultraderecha europea: “Patria, Familia y Libertad”.
Un día después intentaron suavizarlo, asegurando que “familia” incluía a todas las familias y que no buscan una lucha “sin cuartel”, pero el daño ya estaba hecho: su nuevo mensaje se percibió más ideológico que social, más excluyente que inspirador.
El segundo gran vacío fue la ausencia de autocrítica.
Un relanzamiento, si quiere ser auténtico, debe reconocer errores y reconstruir confianza. El PAN arrastra años de desgaste, tanto por su desempeño en gobiernos estatales y municipales como por los escándalos de corrupción que aún manchan su nombre. La dirigencia actual —dominada por el grupo de Benito Juárez— representa más continuidad que renovación.
Ni un mea culpa, ni una reflexión sobre cómo evitar repetir las viejas prácticas del poder, ni una propuesta seria sobre ética partidista o mecanismos internos de rendición de cuentas.
Por ahora, el PAN se define más por lo que rechaza que por lo que propone.
Su postura se resume en oponerse al país que Morena está construyendo, y en ese punto tienen críticas válidas: el centralismo presidencial, la desaparición de contrapesos, la politización de las instituciones. Pero sigue sin quedar claro si eso basta para convencer a los votantes. Denunciar al adversario no sustituye la tarea de construir una visión alternativa.
En lo táctico, el partido parece optar por caminar solo. Deja atrás al PRI —que ya es poco más que un cascarón vacío—, pero no cierra la puerta a futuras alianzas con Movimiento Ciudadano. A nivel interno, se habla de abrir el partido a nuevas generaciones y sacudirse a quienes lo han convertido en patrimonio personal, aunque el cambio se ve más declarado que real.
El PAN dice querer “reconectarse con la sociedad”, pero para lograrlo necesita mucho más que un eslogan o una escenografía heroica. Debe ofrecer un proyecto que no se base en el miedo ni en la nostalgia, sino en una idea contemporánea de libertad, justicia y bienestar.
De lo contrario, su relanzamiento no será un renacimiento, sino una reedición: más ruido, menos renovación.







_page-0001.jpg)
.png)



Comentarios