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Menos promesas, más certezas: lo que Chihuahua podría buscar en 2027 | Opinión de Gael Haziel

  • Foto del escritor: La Redacción
    La Redacción
  • 17 jul
  • 2 Min. de lectura
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En política, como en la vida, también puede haber hartazgo. Y en Chihuahua, los últimos años han sido una montaña rusa de alternancias, decepciones y profundas fracturas políticas que hoy tienen a buena parte de la ciudadanía más escéptica que entusiasmada.


Primero, se castigó al PRI después de décadas en el poder. Luego, se apostó por un panismo combativo con Javier Corral, que pronto se desdibujó entre denuncias y disputas internas.


Después, llegó la actual administración panista encabezada por Maru Campos, que si bien ha mantenido cierta estabilidad institucional, también ha enfrentado cuestionamientos y pugnas visibles con la federación. En paralelo, Morena avanzó en el Congreso y los municipios, pero sin lograr todavía consolidarse como alternativa real de gobierno en lo estatal.


Todo esto ha dejado una sensación generalizada: la emoción del cambio ya no basta. Detrás de los discursos de “transformación” o “recuperación de valores” lo que crece, en realidad, es el deseo de certeza. De que, al menos, las cosas funcionen.


De cara al 2027, Chihuahua podría vivir un momento definitorio. Porque el desgaste no es solo de los partidos, sino del relato político en sí mismo. Ya no es suficiente decir “no somos como los de antes”, o “nosotros sí sabemos gobernar”. La ciudadanía, sobre todo la más joven, no busca ideología: busca resultados.


Ahí se presenta una paradoja para cada fuerza.

El PAN, hoy en el poder estatal, se enfrenta al desgaste natural de gobernar. Su apuesta podría inclinarse hacia el discurso de “orden y experiencia”. Apelar a la continuidad y a que, pese a las tensiones con el gobierno federal, se han mantenido ciertos equilibrios. El riesgo: parecer conformistas o desconectados del descontento social, especialmente en sectores populares y juveniles.


El PRI, aún con estructura territorial y operadores probados, sigue cargando con su propia sombra. Puede ofrecer oficio político, pero su problema es de narrativa: ¿cómo convencer de que pueden ser opción sin representar un retroceso? ¿Cómo diferenciarse sin negar su historia?


Morena, en cambio, tiene la marca mejor posicionada a nivel nacional, pero su gran reto local es la cohesión. Las disputas internas, los liderazgos fragmentados y el oportunismo de última hora podrían minar su posibilidad de crecimiento real. Para ganar terreno, necesitan adaptarse al lenguaje local, priorizar causas concretas y resolver conflictos internos. La narrativa nacional no es suficiente si no se acompaña de cercanía y resultados en lo municipal y distrital.


Movimiento Ciudadano, que en otros estados ha capitalizado la búsqueda de “lo nuevo”, en Chihuahua aún no logra posicionarse como una tercera vía consistente. Tiene perfiles valiosos, sí, pero su discurso sigue sin permear fuera de ciertas burbujas urbanas.


Por eso, mi impresión es que llegaremos a las urnas en 2027 como quien ha probado muchas recetas y ya no quiere sorpresas. No porque haya perdido la esperanza, sino porque entiende que vivir en paz, con servicios y oportunidades, es más urgente que cualquier discurso brillante.


Será una elección donde el valor más deseado no será la novedad, sino la estabilidad con rumbo. La pregunta clave será: ¿quién puede ofrecerla sin vender humo?

Porque después de tanto ruido, a veces lo más revolucionario… es que algo funcione.

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