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El Tren Maya: una metáfora del gobierno | Opinión de Valentina Terrazas

  • Foto del escritor: La Redacción
    La Redacción
  • 20 ago
  • 1 Min. de lectura
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El pasado 19 de agosto, el Tren Maya se descarriló en Izamal, Yucatán. El director Óscar David Lozano intentó minimizarlo: aseguró que se trató únicamente de un “percance de vía” y que “solo se desvió uno de los bogies del tren”. Como si un descarrilamiento fuera un detalle menor.


Sin embargo, no se trata de un hecho aislado. En apenas seis meses de operación, el Tren Maya acumula un historial preocupante: fallas semanales en los vagones, pérdida de potencia en motores, sobrecalentamientos, neumáticos defectuosos y hasta desconexiones de comunicación satelital. ¿Así luce la “obra insignia” del sexenio?


El Tren Maya es una de las principales obras faraónicas de Morena. Nos costó más de 550 mil millones de pesos, lo que significa un sobrecosto de más del 300% respecto al presupuesto original. Y el costo no solo fue económico: también representó una deforestación masiva con la tala de más de 10 millones de árboles, la afectación de 20 áreas naturales protegidas y la alteración de 125 cenotes y cuevas.


A ello se suman los escándalos de corrupción vinculados a los hijos del expresidente López Obrador. La obra que prometía simbolizar el progreso hoy es, en realidad, emblema de improvisación, opacidad y privilegios familiares.


El gobierno insiste en llamarlo “percance de vía”. Pero lo que se descarrila no es solo un tren: es la credibilidad de un régimen que prometió austeridad y terminó heredando a México elefantes blancos que no funcionan.

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